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Ni me explico, ni me entiendes

Torre de comunicación

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En coaching solemos decir que no existe “la realidad” como un ente que está fuera de nosotros y sea la misma para todas las personas. La realidad es el resultado de lo que interpretamos a partir de nuestra percepción.

 

Todo depende del lente del observador .Por lo tanto, preferimos decir que existe “mi realidad” y “la realidad del otro”. Incluso “mi realidad” puede cambiar si me convierto en un observador diferente.

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Cuando suceden cosas que están fuera de nuestro control solemos reaccionar con excusas: “yo no tuve nada que ver con esto que me pasa: no creé esta enfermedad , no decidí que la empresa en la que laboraba se venda y me haya quedado sin trabajo”.

 

La cuestión es que si decidimos enfocarnos en aquello que no podemos modificar, terminaremos convertidos en espectadores impotentes de lo que nos sucede. En cambio, si “recuperamos el poder” aun en las circunstancias más adversas, lograremos darnos cuenta de qué siempre hay algo que si podemos hacer y es elegir la actitud con que afrontaremos la situación.

 

Vista mi realidad desde esta zona de Poder, recupero la influencia para generarme un futuro mejor, convirtiéndome en protagonista de lo que me pasa.

 

Nuestra realidad está filtrada por nuestros MODELOS MENTALES, que se construyen desde la infancia, a lo largo de nuestra vida, a través de nuestra biología, el lenguaje, la cultura y nuestra historia personal. Estos modelos se van alimentando de sentidos, supuestos, inferencias y reglas de razonamiento que nos llevan a interpretar la realidad de cierta manera. A modo de ejemplo: si de niño viví escuchando de mi familia que “las mujeres no sirven para llevar adelante un negocio”, probablemente reaccione diferente si en mi trabajo me asignan una jefe mujer que alguien cuya historia familiar ha sido otra. Si escuché durante años que para ser próspero económicamente hay que sufrir “porque el dinero es malo” quizá me resulte difícil ser exitoso financieramente hablando.

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Estas creencias profundamente arraigadas en nosotros, influyen sobre nuestra manera de observar el mundo, en nuestros pensamientos, en nuestras emociones y por lo tanto sobre nuestra manera de actuar. Olvidamos que las mismas son nuestras teorías sobre el mundo, presuposiciones, algo que nos convence a nosotros de que las cosas son de cierto modo, pero no son “el mundo”. 

 

Esta frase de Korzybski, que luego incorpora la Programación Neuro-Lingüística, nos refleja que aquello que nosotros percibimos como realidad, no es la realidad. El mapa no es el territorio

 

Usted tiene su propio mapa sobre cómo funciona el mundo, y por mucho que le cueste creerlo, los demás no ven las cosas como usted las ve. Puede defender sus creencias hasta el punto de convertirlas en certezas. Seguramente habrá oído en alguna discusión (o dicho) algo así como “esta es la verdad, yo sé porque te lo digo” o “es así y punto”.

 

En los cursos, acostumbro a pedir a los participantes que cierren los ojos y piensen en un elefante. El resultado es curioso porque, a pesar de reconocer la palabra, que es la misma para todos, unos dicen haber visto el elefante grande del zoológico, otros no lo han visto pero han oído el ruido de la selva, otros se han imaginado a “Dumbo” y lo han relacionado con escenas de dibujos animados. Este ejercicio sirve entre otras cosas, para tomar conciencia de que el sentido de una palabra depende del que la oye, no del que la emite.

 

¿Cuántas veces en nuestras relaciones, tanto personales como laborales asumimos que lo que decimos es exactamente lo mismo que el otro escucha?

 

Las palabras pueden ser las mismas pero el sentido que cada quién les asigne puede ser radicalmente diferente. Los malentendidos y conflictos entre las personas se deben a dificultades en la comunicación. Existen personas que tienen un talento innato para relacionarse y ser empáticos con los demás. Para el resto, la buena noticia es que las habilidades comunicativas pueden aprenderse y construirse diariamente.

 

Imagínese esta escena en el trabajo. Dos amigas que trabajan en áreas diferentes de la misma empresa, al finalizar la jornada de trabajo suelen encontrarse en un café que está frente a la oficina. Una de ellas llega al café y no ve a su compañera. Inmediatamente piensa “si no me ha llamado, es porque no vendrá”. Lo piensa así porque es lo que ella haría en esta situación. Sería fácil llamarla para ver si vendrá, pero esto no sucede porque con frecuencia la hipótesis misma actúa como realidad. ¿Qué ocurre? La otra persona llama para anunciar que, aunque tarde, llegará al café. “Es que como no me llamaste “supuse” que tendrías trabajo y que posiblemente no podrías llegar…además, la última vez que tuviste mucho trabajo nunca apareciste” “sí, es cierto, pero te avisé. Y hoy no te dije nada” “bueno, no sé...es que me pareció tan claro que no vendrías….”

 

Nos armamos la película solos y luego queremos convencer al otro de que lo pensado estaba bien pensado. Las presuposiciones nos juegan muy malas pasadas. ¿No le ha pasado en el trabajo que luego de distribuir tareas, al final nadie las hace, o no las hacen de la manera que usted esperaba?

 

Los de Marketing entendieron que lo haría Producción. Otros han entendido que la podían hacer cuándo tuvieran tiempo. Otros que se trataba de un proyecto y algunos ni siquiera tomaron en cuenta la indicación. ¿Qué pasó? Que todo se dio por supuesto.

 

Allá por el año 1984, un psicólogo llamado Albert Mehrabian descubrió que el porcentaje de importancia de los diferentes factores de la comunicación eran: las palabras 7%, El tono de la voz 38%, el lenguaje corporal 55%. Esto significa que el cuerpo habla más alto que la voz y las palabras. Recuerde que la comunicación no se trata de lo que dice, sino también de cómo lo dice y de la coherencia entre lo que dice y lo que hace o expresa con su cuerpo.

 

Algunas claves de la comunicación

 

1. Sea curioso sobre el mapa del otro. Aun teniendo las mismas piezas del rompecabezas que usted quizá los de él componen un dibujo diferente al suyo. Recuerde lo del “elefante”.

 

2. Obtendrá mejores resultados en su comunicación si evita “presuponer”: pruebe aclarar la información recibida mediante preguntas para ver si entendió lo que la otra persona le quiso decir. Hacer preguntas le ampliará el mapa del otro.

 

3. No caiga en la trampa de pensar que el otro verá las cosas como usted las ve. Clarifique lo que quiere, cómo lo quiere, quién lo va a hacer y asegúrese de que lo han entendido.

 

4. Mida el espacio entre usted y su interlocutor. Existen personas que se acercan demasiado invadiendo nuestro espacio personal, mientras otros se alejan en el momento en que les hablas, generándonos una sensación de falta de interés.

 

5. El significado de su comunicación se mide por la respuesta que obtenga de los demás Hágase preguntas como: ¿Qué estoy recibiendo de los demás? Si no le gusta lo que recibe, preste atención a lo que emite.

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